La 10ª edición de la RORC Transatlantic Race zarpó de Marina Lanzarote el pasado mes de enero y tuve el honor de poder realizar el comentario para la salida de la regata, junto con la jefa de prensa Trish Jenkins y el navegante y escritor irlandés Enda O'Coineen.
Muchos barcos de esta flota eran nuevos para mí, así que la preparación comenzó charlando con las tripulaciones y escuchando sus historias. Mientras se ultimaban los preparativos, en los pantalanes se respiraba un ambiente de entusiasmo, matizado en algunos casos por un poco de ansiedad. 3.000 millas no es una distancia pequeña y, más allá del desafío emocional que supone navegar mar adentro, es esencial llevar suficientes provisiones y repuestos, sin comprometer el rendimiento por culpa de un peso excesivo.
Esta regata atrae a una mezcla increíblemente diversa de barcos, desde monocascos de 11 metros hasta elegantes maxis y trimaranes MOD 70 que baten récords, todos ellos compitiendo en sus respectivas clases. El tamaño de las tripulaciones varía desde sólo dos miembros hasta un total de más de 20 tripulantes a bordo, y el nivel de experiencia oscila entre regatistas oceánicos profesionales experimentados y algunos que emprenden su primera travesía transatlántica. La previsión para la travesía, con dos importantes depresiones que se extendían inusualmente hacia el sur, recordaba una vez más que hay que tener muy en cuenta cualquier eventualidad.
Recabando apoyo
Para las marinas, acoger la salida de una regata oceánica puede ser todo un logro, ya que atrae la atención internacional y posiciona a la instalación en los círculos náuticos y más allá. Dicho esto, puede requerir importantes recursos financieros, logísticos y humanos, lo que implica invertir tiempo en establecer colaboraciones fiables y mutuamente beneficiosas con las autoridades locales o regionales y los patrocinadores del sector privado.
Los organizadores tienden a preferir que los barcos atraquen lo más cerca posible, lo que puede suponer un reto logístico, y pocos puertos deportivos pueden acoger yates de alto rendimiento que cala hasta 5 o incluso 7 metros. Se requieren idiomas y las tripulaciones necesitan instalaciones cercanas, como hoteles, restaurantes y servicios náuticos. Algunos equipos son bastante autónomos, mientras que otros pueden solicitar ayuda en asuntos como el seguimiento de paquetes, la búsqueda de repuestos, el almacenamiento de sus pertenencias o los trámites aduaneros.
También es esencial contar con el apoyo de expertos en el agua, con conocimientos locales útiles para organizar la línea de salida, ayudar a maximizar la visibilidad y suministrar RIBS adicionales para escoltar a los equipos de los medios de comunicación o controlar las balizas para evitar colisiones con los espectadores. A menudo se pedirá al destino anfitrión que ofrezca un programa de hospitalidad, para el que habrá que conseguir locales, servicios de restauración y permisos. Los actos sociales sirven para fomentar la camaradería entre los equipos y para que el anfitrión cree una impresión positiva en la flota y los organizadores de la regata, mostrando su patrimonio cultural y gastronómico.
La implicación de la comunidad local y náutica
Es esencial una cobertura mediática óptima, tanto en las lenguas preferentes utilizadas por el organizador como en la lengua materna del anfitrión. El acontecimiento puede brindar la oportunidad de mejorar la reputación promocionando el destino entre un público internacional atractivo; quizá también celebrando el patrimonio náutico local o consiguiendo fotos emblemáticas del paisaje desde el mar. Se puede invitar a grupos de interés especializados a visitar los veleros, como jóvenes navegantes locales o estudiantes de estudios marítimos, etc., o se puede implicar a las escuelas en los proyectos científicos que lleven a cabo determinados barcos, impulsando así la conexión con el destino anfitrión.
Los valores de las regatas oceánicas también son relevantes y deben celebrarse como parte del acontecimiento, como la competición leal, la pericia náutica, el trabajo en equipo, la aventura, la resistencia y la tradición. Como anfitriones de eventos, compartimos un papel clave a la hora de alimentar la pasión por el mar y de elogiar la excelencia náutica. De esta forma apoyamos a la comunidad náutica en general y ayudamos a establecer nuevos estándares en las regatas y en las embarcaciones de vela.
Imagen: Maggie Adamson y Gavin Howe en su Sun Fast 3600 Tigris – RORC Transatlantic Race © Robert Hajduk